Existen diferentes tipos de protectores solares según su forma de aplicación (crema, gel, spray, etc.), su textura (fluida, ligera, untuosa, etc.) y su composición (química o mineral). Cada tipo de protector solar tiene sus ventajas e inconvenientes, por lo que hay que elegir el que mejor se adapte a las características y necesidades de cada piel.
Los protectores solares químicos contienen sustancias que absorben los rayos UV y los transforman en calor. Son los más comunes y ofrecen una buena protección frente a los rayos UVA y UVB. Sin embargo, pueden provocar reacciones alérgicas o irritaciones en algunas pieles sensibles o intolerantes.
Los protectores solares minerales contienen partículas que reflejan los rayos UV como un espejo. Son los más indicados para las pieles sensibles o intolerantes a los filtros químicos, ya que son hipoalergénicos y no irritan la piel. Además, son respetuosos con el medio ambiente marino. Sin embargo, pueden dejar un residuo blanco o graso en la piel y ser menos resistentes al agua.
Los protectores solares en crema son los más hidratantes y nutritivos, por lo que son ideales para las pieles secas o maduras. Sin embargo, pueden resultar pesados o pegajosos en las pieles grasas o con tendencia al acné.
Los protectores solares en gel son los más ligeros y refrescantes, por lo que son perfectos para las pieles grasas o con tendencia al acné. Sin embargo, pueden resecar las pieles secas o sensibles.
Los protectores solares en spray son los más cómodos y rápidos de aplicar, por lo que son muy prácticos para las zonas difíciles de alcanzar o para los niños. Sin embargo, pueden ser menos precisos y eficaces que los protectores solares en crema o gel, por lo que hay que asegurarse de cubrir bien toda la superficie de la piel.